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República Dominicana o Quisqueya, como le llamamos los dominicanos, madre de todas las tierras, puerta del Nuevo Mundo; es un crisol de creatividad, mezcla de razas y costumbres. Un país de impresionante mar, playas, y montañas, pero también dueño de un caudal cultural inmensamente rico que merece conocerse.

En territorio dominicano se exhiben 33 primicias de América, que marcan los inicios de la expansión de Occidente a los territorios del hoy continente americano.

Sus primeros habitantes fueron los valientes y hábiles indígenas, Taíno-Arawak, que se establecieron por primera vez en la parte oriental de la isla antes de la llegada de Cristóbal Colón y los españoles. Los taínos tenían múltiples reinos, cada uno gobernado por un jefe o cacique y coexistían pacíficamente. 

Hubo varios valientes líderes taínos que se rebelaron contra la colonización y esclavitud española. El Cacique Caonabo, de la región de Samaná fue el primero en dirigir una revuelta.

Los taínos practicaban una agricultura compleja, pero también eran artesanos talentosos y creían en el poder medicinal de las plantas y los remedios naturales. Hoy en día, su único vestigio se encuentra en las cuevas donde dejaron pictografías y petroglifos, principalmente en Samaná, Bayahíbe, San Cristóbal y Enriquillo, al igual que los distintos museos alrededor del país, en especial el “Museo del Hombre Dominicano” en Santo Domingo y el “Museo Arqueológico Regional Altos de Chavón” en La Romana.

República Dominicana está dividida en 32 provincias, la capital es la ciudad de Santo Domingo. Una ciudad cosmopolita; su casco histórico cuenta con una gran historia, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Sus calles datan de los siglos XVI al XX, como la Catedral de Santa María de la Encarnación, la primera catedral de América. Entre sus calles, llama la atención a cada paso la calle Las Damas, la más antigua de la ciudad primada.

La rica cultura de la Ciudad Colonial se completa con el Palacio Virreinal Alcázar de Diego Colón, las Atarazanas Reales, el Panteón Nacional, la Casa de los Jesuitas, los palacetes que pertenecieron a Nicolás de Ovando y Hernán Cortés, la Fortaleza Ozama, la iglesia Nuestra Señora de las Mercedes y la iglesia y Convento “Regina Angelorum”.

Entre otras edificaciones de gran interés y atractivo, el Convento de los Dominicos, que junto a su valor patrimonial, ha pasado a la historia como uno de los primeros lugares donde se alzó la voz por los derechos humanos del pueblo indígena.

También destacamos el Palacio Consistorial, que data de 1502-1504, el cual se levantó como residencia del alcalde mayor, pero en el siglo XIX fue completamente remodelado otorgándole el estilo neoclásico propio de la época. Años más tarde, en 1913, se le añadió la torre de 29 metros de altura que caracteriza la esquina del actual ayuntamiento donde se puede ver el reloj.

Artesanía.
La artesanía típica dominicana es un pilar muy importante, es rica y variada, comprende elementos que provienen de la herencia indígena, europea y africana. 

Son muy populares las piezas confeccionadas en cerámica: casitas, fachadas con detalles decorativos y las famosas y muy demandas internacionalmente muñecas de Limé sin rostro (para representar una etnicidad colectiva). También las canastas, carteras y sombreros de guano, cana o cabuya, las figuras en madera tallada, los floreros, cofres y tinajas, así como carteras, cinturones y sandalias en cuero y hermosas joyas elaboradas en ámbar y larimar.

El ámbar es una joya nacional que, según los sabios de la antigüedad, posee el poder de contrarrestar las vibraciones negativas, siempre y cuando se reciban como regalo. Sólo en República Dominicana se han encontrado hasta diez variedades diferentes de ámbar, una de ellas, la azul, es la más valorada.

En la Costa del Ámbar, como es conocida la zona litoral noroccidental de República Dominicana, se encuentra el Museo del Ámbar de Puerto Plata donde plantas, insectos y animales atrapados en resina son los protagonistas de este museo victoriano.

Gastronomía.
De la República Dominicana no se puede hablar sin mencionar la influencia taína, africana y española que se saborea en cada plato dominicano. Todas estas raíces se aliñan con la mezcla de lo local y su evolución del paso del tiempo. Entre sus platos más sabrosos destacan el sancocho, el mofongo y la bandera dominicana. Además de la gran variedad de especialidades gastronómicas, el ron, el café o el cacao son tres productos típicos de República Dominicana que todo turista debe comprar antes de marcharse del país.

Carnaval.
Febrero está señalado en el calendario de los dominicanos para celebrar una de sus fiestas más trascendentales: el Carnaval. Color, alegría y cultura popular toman los pueblos y ciudades de República Dominicana. 

Cada domingo de febrero, distintas ciudades del interior del país se suman a la gran fiesta, cada una con un toque particular a sus desfiles, el Carnaval de La Vega, es el más reconocido.

Son muchos los personajes característicos del Carnaval, el más famoso es el Diablo Cojuelo, un sugestivo ser de colorido atuendo, ataviado de espejos, cascabeles y cintas, con una gran máscara con cuernos y armado de entusiasmo; otros personajes muy reconocidos son: el Roba la Gallina, Califé, las Cachúas y los Guloyas de San Pedro de Macorís, declarados por la UNESCO, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

Artistas plásticos.
La historia del país está llena de artistas plásticos reconocidos mundialmente, como es el caso de Elsa Núñez, Ada Balcácer, Soucy de Pellerano, José Cestero, Thimo Pimentel, Ramón Oviedo, Guillo Pérez y Cándido Bidó, a los que se suman ingeniosos artistas que han construido importantes carreras, tanto en el país como internacionalmente. Entre ellos, Iván Tovar, José García Cordero, Fernanda Varela, Jorge Pineda, Chichi Reyes, José Pelletier, Rosalba Hernández, Miguelina Rivera, Gerard Ellis, Raquel Paiewonsky, Marcia Guerrero y Hulda Guzmán.

Literatura.
Hay que destacar que en poco más de cien años, República Dominicana ha construido un sólido canon literario: numerosos poetas, ensayistas narradores y dramaturgos, han trascendido fronteras. Nombres como el del Poeta Nacional Pedro Mir, Juan Bosch, Manuel del Cabral, Alexis Gómez Rosa, Andrés L. Mateo, Pedro Peix y Marcio Veloz Maggiolo destacan por su grande talento. 

Junto a estos autores consagrados, existe una nueva generación de reconocidos a nivel internacional, entre ellos: Julia Álvarez, Junot Díaz, Rita Indiana Hernández, Ariadna Vásquez, Rey Andújar y Nan Chevalier, cuyas obras están a la par de sus contemporáneos de otras naciones latinoamericanas.

Ritmos dominicanos.
Para bailar, contamos con distintos ritmos, como el merengue y la bachata, declarados por la UNESCO como Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad.

El Merengue es el ritmo más autóctono del país y el que ha llevado un pedacito de Quisqueya en voces de distintos artistas, a los lugares más alejados del planeta. El Merengue ha puesto a bailar a millones de personas alrededor del mundo, no importa el estilo, ya sea típico, “de calle” o romántico; el Merengue es un ritmo contagioso y alegre.

La Bachata, es un ritmo que surge de la fusión del bolero con otros ritmos afroantillanos como el Son Cubano, el Chachachá y el Merengue. La música y el baile de la Bachata son expresiones culturales nativas siempre presentes en las celebraciones de las comunidades o en reuniones sociales, sus letras expresan sentimientos profundos de amor, pasión y nostalgia.